5 de septiembre de 2007

DEBERÍAS ESCRIBIR

Deberías escribir, se te da bien, además creo que eres una persona bastante imaginativa y con un punto de locura que no está mal, yo que tu lo intentaría.
Dices que no tienes imaginación, que no se te ocurre nada interesante ni inteligente, pero yo estoy seguro de que si te pones lo puedes conseguir, todo es intentarlo, la vida está llena de sorpresas y quien sabe si descubres un talento innato, o una verdadera vocación, yo aún así sigo pensando que deberías intentarlo.
Cuando Mónica escuchó estas palabras de su amigo se puso a pensar, ¿y porque no? tal vez tenga razón, tal vez descubra algo dentro de mi que me ayude a superar el estresante y aburrido día a día. Pero ella en su interior no tenia ganas de luchar, cada vez estaba más triste, más debilitada, sentía que todo su alrededor se estaba hundiendo, y las personas que en el habían estaban jugando con sus pensamientos y tristeza. ¿Como podía salir de ese estado tan deprimente? tenia que intentarlo, eso o morir. Al mismo tiempo que tenia la imperiosa necesidad de acostarse y quedarse quieta para siempre sin importarle nada, sentía que debía hacer algo, ¿pero que podía hacer? sus manos estaban tan vacías, casi como su alma, como su cabeza, como su cuerpo. El sentimiento de tristeza la invadía cada día más y más, y se iva poniendo de un color gris, cada vez más gris, cada vez más oscuro, sus manos, brazos y piernas temblaban al moverse el sentimiento de soledad se apoderaba de ella, que podía hacer, nadie podía ayudarla salvo así misma. Pero ella necesitaba a alguien, una mano amiga un abrazo, si, sabía que tenía que aprender a estar sola, pero su cabeza cada vez era más gris, menos lúcida y más demacrada. Se encerraba en ella misma y se repetía una y otra vez, no quiero seguir, no quiero seguir, no puedo seguir. Ya ni la ayuda de los médicos era suficiente. Así que decidió tirarse sobre la cama y esperar, esperar a dormirse lentamente, la sensación era horrible ya no tenia ni lágrimas, ni fuerzas, solo quería que pasase el tiempo para así poder dormir de una vez por todas. En ese estado de debilidad y mientras se le pasaba toda su vida por delante, recordó las palabras de un amigo, deberías escribir. Mónica abrió los ojos movió sus manos y sus brazos, luego sus piernas, se levantó muy poco a poco y se dirigió a su ordenador, sin pensar en nada comenzó a teclear, a unir palabras. Mónica notó como lentamente iba desapareciendo esa tristeza, y el color gris de su piel se iba recuperando. De pronto descubrió que por cada palabra que escribía iba desapareciendo su dolor, ese dolor tan inexplicable, se iba sintiendo mejor, ya casi no le dolía nada y su alegría entraba de nuevo en su cuerpo. Su amigo tenia razón, debía escribir.


Gracias por tu enorme consejo y por estar ahí eres un buen amigo, no cambies ¿vale? tu si lo vales.

Tu amiga que te quiere: Ana María.

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