4 de julio de 2008

Es cuando miró al gran astro, cuando se dio cuenta de que su luz la alimentaba, es cuando miró al gran astro, cuando se dio cuenta que todo estaba ahí, cuando miró al gran astro y con el calor del verano desaparecieron todos sus fantasmas, pues la energía que le proporcionaba era la sangre en sus venas, los músculos de su cuerpo y el esqueleto que la mantenía en pie. Una vez calmada por fin su alma podía descansar, ya los recuerdos no le hacían daño, al contrario quedaron como gratos, gratos recuerdos vividos para su eternidad, y de nuevo, alumbrados senderos a seguir con todo el coraje que una persona como ella necesitaba especialmente. Y cuando miró al sol vio que no estaba apagado, lo vio en ella y lo vio en los que apreciaba, y eso la hizo sentir tranquila después de mucho tiempo. El gran astro era su regente, y supo que pasase lo que pasase el estaría con ella siempre, para alumbrarla en sus muchas penumbras. Y por las noches cuando se retiraba a dormir la luna la seguía protegiendo y también velaba por ella, hizo un acuerdo con el sol para cuidarla. Ahora ya no estaba sola, incluso fue capaz por fin de ver como la luna puede iluminar el manto oscuro del cielo con tal fuerza que es capaz de cumplir los sueños pedidos. Es hora de caminar, caminar hacia adelante, junto al sol, junto a la luna, junto a uno mismo, junto al ser amado, pero caminar sin pensar tanto. Lo que tenga que ser será, y lo que no quedará como si alguna vez hubiese sido.