La noche viene con risas, con risas y sueños claros y mimosa ella nos cubre con su mantón estrellado, y bajo su cielo oscuro por la luna iluminado, poco a poco a paso lento al día le da su paso.
Y con gotas de rocío y con el sol alumbrando, va despertando sereno mi pueblo que duerme calmo.
Cantan ya los pajarillos alegres por la mañana y se abren lentas las flores que saludan sonrojadas. Por la callejuela vieja de adoquines adornada, un perro manso ladrando acompaña a las campanas, que tocan en lo más alto donde nadie las alcanza.
Y el día va transcurriendo, y huele a lumbre las calles, a comidas y a buen vino, el llantar que nunca falte.
Prosigue una buena siesta, hay que reposar el vino, descansar del día duro de trabajar en el trigo.
Por la tarde descansada, el sol ahora más alto prepara su retirada ya cumplió con su trabajo.
Las gentes por un ratito empiezan a invadir calles, salen a tomar el fresco después de un día abrasante, intercanvian cotilleos, chismes y quejas varias, ríen felices los viejos cuando cuentan sus batallas.
Los niños dispersos juegan a fútbol o a pelearse, las niñas a bailar juegan a muñecas o disfraces.
Y de nuevo a lo lejos ya saluda nuestra noche, acunada con las nanas de los grillos remolones.
En silencio canta el agua de la fuente centenaria, ahora si que todos duermen. Mi pueblo ahora descansa.
