8 de septiembre de 2007

EL ULTIMO CUENTO

En los tiempos de su infancia soñaba con hadas princesas, magos y dragones, sonreia mirando al cielo y imaginando dibujos con las nubes.
Cada flor que veía en la tierra, cada diminuto o gran insecto, cada árbol o animal, cada estrella, cada rió y cada ola del mar le parecía maravilloso. Sus amigos eran las sonrisas de la gente, admiraba todo cuanto le rodeaba, era feliz, vivía en un cuento, y eso le hacia sentir bien, hasta que un día, de pronto vinieron unas nubes oscuras, muy oscuras, unas nubes como jamás las hubiera imaginado, se asustó, era la tormenta que iba a destruir su reino, no sabia que podía hacer, como combatir aquello, al amar tanto la vida, se le olvido que en su mundo no tenia un ejercito con el cual poder defender el reino en un caso así.¡ Que nerviosa se puso! las nubes cada vez estaban más cerca, era una gran tormenta la que se aproximaba, la cegadora luz de los rayos y el fuerte ruido de los truenos la desorientaban. Su cuerpo se paralizó, no podía reaccionar, ya estaba allí, y no podía hacer nada. La tormenta llegó y su oscuridad cubrió todo lo que le rodeaba, la penumbra era tan intensa que pudo apagar su alegría, y su capacidad de sonreír. Intentó hablar con la tormenta, no tenia ejercito, pero siempre pensó que el dialogar era la mejor arma. Miró al cielo muy alto, y con todo la tristeza en su corazón y con su alma casi apagada por la pena, le sonrió, le sonrió y le dijo: -Se que estarás aquí mucho tiempo, eres cabezona, y no te querrás ir, pero resulta que yo tampoco, así que tendremos que aprender a convivir, tu has venido a mi reino, me has apagado mi alegría y has destruido lo que más quería, pero te olvidaste de una cosa, y es que no has podido destruir mis pensamientos, y en mis pensamientos tengo la clave, la clave para poder mirarte con fuerza y poderte sonreír, y con eso por mucho que te duela no lo podrás apagar nunca, te grito sonriendo, para que veas que no puedes conmigo, aunque hallas terminado con todo, y aunque te duela te faltó destruir mi luz, esa que tu no has sabido ver con todo lo poderosa que eres, y con esa luz comenzare desde el principio e iré formando de nuevo mi nueva vida y mi capacidad de amar, y de tener mi propio reino como lo tenia antes.
La tormenta se enfureció cuando ella le dijo estas palabras, y le contestó: - No podrás, no podrás luchar contra mi, aunque sonrías, yo haré que se te apague esa luz que tu dices que tienes, porque cuanto más intentes crear tu reino, con más fuerza tronaré y soplaré para destruirlo, mis rayos serán tan fuertes y mis diluvios tan largos que te será imposible crear nada, así hasta que se apague tu luz por completo.
Esas palabras se quedaron en la cabeza de la niña durante mucho tiempo. Incluso llegó a enfermar de tristeza, palideció era tan triste todo lo que sentía, no encontraba nada que la pudiera hacer feliz, ¿donde estaba su reino? ¿Y sus hadas y duendes? ¿Donde estaban las risas de su familia?. Era asomarse a la ventana y la tormenta estaba allí, mirándola, desafiante, con todo su poder pleno, era la reina de su reino, la había destronado.
Una mañana, mientras estaba en su habitación recordó sus viejos cuentos de hadas ¡que bonito era todo! Como lucia el sol y el canto de los pájaros, entonces como si de magia se tratase comenzó a escuchar un pajarito que se posó sobre su ventana, escuchó su bello cante, aún así debajo de la tormenta el pájaro continuaba cantando ¿Cómo podía ser? Pero entonces vio que era posible al igual que el pájaro, cantar debajo de la tormenta, porque en ese canté se dio cuenta que aunque todo estaba muy gris, todos los seres de su reino seguían estando allí, y que podía seguir queriéndolos y jugando con ellos, y que podía sonreír y seguir viviendo en su cuento. Esto le hizo coger mucha fuerza, volver a mirar todo su reino otra vez como suyo, la belleza ante sus ojos y todo tal como era, aunque aún estuviese la tormenta presente, pero ya no le hacia daño.
Al ver esto la tormenta se quedo perpleja, encontró su punto débil, y entonces fue ella la que poco a poco se iba debilitando, y poco a poco iba desapareciendo, había encontrado su punto débil.
La tormenta se fue huyó a alguna otra parte, y la niña pudo seguir viviendo como antes radiante de felicidad en su reino, en su precioso mundo, en su cuento maravilloso, y decidió que ninguna otra tormenta podría debilitarla ni volver a hacerle comenzar de nuevo otro cuento, se quedaría siempre feliz en ese, no tendría que volver a escribir otro. Decidió entonces que ese sería su último cuento, y que allí se quedaría, en su reino donde había pertenecido siempre. Y con ese pensamiento fue la persona más feliz de la tierra, y la que más ganas tenía de vivir, porque comprendió que por muchas tormentas más que pudiesen venir, dependía de ella el poder derrotarlas o no, porque todo aunque más oscuro seguía estando allí.