23 de abril de 2008

DIOGENES DE VIAJE


Yendo de viaje, Diógenes el cínico llegó a la orilla de un río torrencial y se detuvo perplejo. Un hombre acostumbrado a hacer pasar a la gente el río, viéndole indeciso, se acerco a Diógenes, lo subió sobre sus hombros y lo pasó complaciente a la otra orilla.
Quedó allí Diógenes, reprochándose su pobreza que le impedía pagar a su bienhechor. Y estando pensando en ello advirtió que el hombre, viendo a otro viajero que tampoco podía pasar el río, fue a buscarlo y lo transportó igualmente. Entonces Diógenes se acercó al hombre y le dijo:
-No tengo que agradecerte ya tu servicio, pues veo que no lo haces por razonamiento, sino por manía.

Cuando servimos por igual a personas de buen agradecimiento, así como a personas desagradecidas, sin duda que nos calificarán, no como buena gente, sino como ingenuos o tontos. Pero no debemos desanimarnos por ello, tarde o temprano, el bien paga siempre con creces.

EL LUCHADOR Y LA PULGA



Una pulga estaba colocada sobre el pie desnudo de un luchador y lo mordía, haciendo al hombre llamar en voz alta a Hércules para que le ayudara. Cuando la Pulga por segunda vez saltó sobre su pie y lo mordió, él gimió y dijo, -¡Oh Hércules! ¿Si usted no me ayuda contra una pulga, cómo puedo esperar su ayuda contra mayores antagonistas?-

Si no recibimos la ayuda en las pequeñas necesidades, no perdamos la esperanza de recibirla en las grandes necesidades.
Fábula de Esopo